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Patricia Martinez

En mis obras, en general, creo que se refleja mucho el intento por la construcción de una propia identidad, fuera de patrones o fórmulas predefinidas. Tal vez trascendiendo cualquier tipo de límite (ya sea de género, o de otro tipo), intentando llegar a una especie de espacio poético sensible capaz de devenir e intervenir en el mundo con plenitud y contundencia. Creo que mi trabajo con la música, o más bien diría con el arte (ya que pienso mis obras desde una concepción más abarcativa e integradora), me permitió también a su vez la posibilidad de aceptarme, de darle valor a mi propia voz, de sentir que hay algo que merece la pena que puedo aportar al mundo, más allá de lo tremendo de la existencia humana, y en especial, desde mis particularidades, entre ellas, el ser mujer. Sin embargo, para mí, el “ser mujer” no lo siento como formando parte de ningún esquema predefinido, sino más bien, que a partir de propio autoreconocimiento, es posible trascender hacia la búsqueda de una libertad (interna y externa). En mi vida personal, sí, el ser mujer fue algo sumamente traumático, por distintas cuestiones.

 

Creo que el problema más grave que atravesamos es la falta de políticas culturales, y esto hace que la posibilidad de hablar del panorama musical se torne compleja y peligrosa. Creo que es un país con músicos extremadamente talentosos y creativos, de desafiantes ideas, y con gran cantidad de jóvenes que se están formando seriamente, pero las circunstancias externas hacen que ese talento no pueda desarrollarse adecuadamente. Si las posibilidades de profesionalización son nulas, si no hay perspectivas para el crecimiento profesional, sino que es una continua deriva, sujeta a posibilidades muy esporádicas, que, si no se cuenta con contactos políticos, no tienen casi horizontes de continuidad. Creo que es la misma situación, especialmente en toda Latinoamérica. A falta de políticas culturales gubernamentales, está todo puesto en iniciativas posibles individuales, muy limitadas y de difícil supervivencia en el tiempo. Por ejemplo, no hay un sistema de encargos, y los organismos musicales e institucionales oficiales en general no les interera apoyar la nueva creación argentina. Ojalá se logre, tal vez con la unión de todos lxs trabajadorxs del arte, la posibilidad de  conquistar derechos y políticas culturales sustentables, que forjen la base de sociedades más igualitarias y justas.

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